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Los pobres no cambian su voto por polenta y arroz

El “clientelismo” denunciado por los opositores no se cimenta en bolsones sino en una red de relaciones que permite a la gente negociar con los gobernantes, afirma una antropóloga.

Para descalificar el voto popular y deslegitimar la victoria del peronismo en las elecciones de Tucumán, los medios opositores denunciaron al clientelismo como el recurso espurio de los ganadores. Su teoría es que la gente humilde, idiotizada por el hambre, los votó a cambio de una bolsita con arroz, polenta y algunos otros pocos comestibles. Otros aventuran que hubo una dádiva en efectivo. Los lectores de estos medios, que en su mayoría son antiperonistas, les creen a pesar de que la lógica y el sentido común indiquen lo contrario. Los opositores afirman que los pobres se venden pormonedas y que no tienen ninguna capacidad de análisis para elegir a quien votar.

La investigadora cordobesa Julieta Quirós, antropóloga del Conicet, autora del libro “El porqué de los que van”, calificó de “paracaidismo mediático” a los informes en tiempos de elecciones, que ofrecen un recorte del momento, sin mostrar el verdadero proceso de la relación política. Dice que, en realidad, existe una red de relaciones estable, duradera, que tiene una función en ese territorio. El referente, dirigente barrial o puntero, funciona como nexo entre los gobiernos locales y las demandas de la población. “Tal vez no es la política tal como imaginamos que debería funcionar, pero es como funciona. Y hay que tener mucho cuidado en cómo calificamos eso, porque no necesariamente hay relaciones asimétricas y compulsivas, sino mucha negociación. La gente negocia por sus expectativas, por sus derechos, y el puntero lo hace hacia arriba, con sus dirigentes”, aclaró en una entrevista con el programa Gente de a pie, por Radio Nacional.

¿Por qué votan como votan?

Respecto del título de su libro, se entiende por “los que van” a la gente de sectores populares que acompaña a dirigentes políticos territoriales, y a sus punteros, a los actos y –presuntamente- con su voto en las elecciones. ¿Y por qué van a los actos? ¿Por qué los votan? Las respuestas simplistas de los medios opositores aducen el clientelismo. Un término donde confluyen un conjunto muy diverso de acciones, de acuerdo con las “denuncias” publicadas por los medios.

Quirós explica que la verdadera respuesta se la encuentra cuando se estudia la política no en tiempos electorales, mediante una mirada superficial, sino en su entramado y devenir cotidiano. “Los informes que van circulando, sobre todo a partir de los sucesos de Tucumán, esa palabrita aparece albergando una cantidad de hechos muy distintos, donde uno de repente no sabe bien a qué se están refiriendo, y dan lugar a confusiones muy peligrosas –sostuvo-. Yo considero que el clientelismo es algo malo, a erradicar, y lo circunscribiría a una forma de relación política espuria, consistente en la entrega de bienesirrisorios a cambio de votos. Pero cuando los reportes sobre la pobreza en las provincias se usa para descalificar a los electores, se está descalificando los resultados electorales”.

Lejos de la visión despersonalizada de “aparato” (una máquina), eso que llaman clientelismo aparece mucho más como una trama de relaciones donde cada quien está teniendo cierto margen de maniobra para negociar. “Eso también hace a cómo funciona nuestra democracia, por más que no sea la imagen ideal que tenemos de ella -remarcó la investigadora-. Es en ese tiempo no electoral cuando la población está ejerciendo más su poder político, negociando obra pública, recursos para educación o para salud, exigiendo la implementación de programas en vigencia. El momento en que el vecino les exige y les demanda a esos referentes, y estos punteros se ven obligados a hacer lo mismo ante sus dirigentes –explicó-. Las relaciones personales con que funciona la política no son en sí mismas negativas o productoras de desigualdad. Muchas veces, todo lo contrario. Hay cosas que se deben erradicar, pero hay que tener cuidado con a qué llamamos clientelismo, porque se termina calificando como espuria a cualquier relación interpersonal con las que hacemos política”.(PrimeraFuente)

Imagen: (sabanerox.wordpress.com)


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